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productores de panela granulada del distrito de montero. foto: norka peralta

El éxito tiene sabor a panela piurana

De cómo el distrito de Montero, en la provincia de Ayabaca no sucumbió al contrabando de combustible, al narcotráfico ni al alcoholismo con la producción de panela de exportación

Norka Peralta Liñán

Publicado: 2014-10-16

Rodrigo Ávila Jaramillo tenía cuatro años de edad cuando el alcoholismo hacía estragos en Montero. Con la caña de azúcar que el pueblo cosechaba se producía chancaca y aguardiente, por los que se pagaban—y se sigue pagando—precios ínfimos. La falta de dinero para subsistir generaba peleas en los hogares, y la impotencia de no poder mantener a sus mujeres e hijos arrastraba a los hombres a beber aguardiente sin control. Había violencia en las casas y en los barrios. Todos los días. 

“Creo que el único que era feliz en esa época era el fiscal porque tenía bastante trabajo. Había delincuencia y todos se denunciaban entre todos”, recuerda Marcial Domínguez Merino, quien creció viendo a sus mayores arrastrados por la espiral de vesania que trae consigo el alcohol. “Esos años fueron horribles, por más que trabajábamos duro no salíamos de la pobreza, hasta los niños iban a los trapiches a hacer aguardiente, faltaban al colegio o lo hacían cansados”, cuenta Marcial, sentado, 31 años después, en la plaza central de Montero, que, junto a los distritos vecinos de Sícchez y Jililí, en la provincia de Ayabaca, concentra gran parte de la producción nacional de panela, la hermana bonita de la chancaca.

Al igual que chancaca—tableta rectangular hecha con la miel que se obtiene de la caña de azúcar, según definición de la Real Academia Española—, la panela se obtiene de la evaporación, concentración y cristalización del jugo de la caña. Tiene forma granulada, como el azúcar, pero al no pasar por ningún tipo de procesamiento químico ni refinamiento conserva todos los minerales y vitaminas de la planta, entre los que se incluye el calcio, fósforo, hierro, magnesio y potasio.

la panela de la marca montero ya se vende en supermercados de lima. foto: norka peralta

A la panela se le promociona como azúcar integral orgánico, lo que ha repercutido en una mayor demanda mundial y, por ende, en mejores precios. Los productores de Montero reciben S/.110 por un saco de 50 kilos. Hace tres años, el mismo saco valía S/.50. Una lata de 18 litros de aguardiente cuesta entre S/. 7 a S/.10 y un quintal de chancaca, entre S/. 10 a S/.15. Por esta diferencia abismal en los precios, casi toda la población se dedica a producir panela. La capital del distrito luce hoy próspera, con pequeños hostales, restaurantes, cabina de Internet, una sede del Banco de la Nación y bodegas en las que se vende panela y café, otra maravilla de la zona. Pero los inicios no fueron fáciles.

La decisión de cambiar el destino de la comunidad se tomó en 1983, con la formación de rondas campesinas para combatir la inseguridad. Luego, entre 1985 a 1987, se organizaron en asociaciones de productores. Empezaron a vender café, pero el monopolio instaurado por algunos cuantos compradores, que les pagaban el precio que mejor les parecía, hizo que se sacudieran de la desidia y conformaran la Central Piurana de Cafetaleros de Montero en 1997.

Los campos con caña de azúcar empezaron a ser reemplazados por pastizales hasta que, en el 2000, la ONG Progreso inició un proyecto para producir panela granulada. Desde entonces, con el apoyo de diversas organizaciones, se han implementado las plantas de procesamiento necesarias para la industrialización del producto, capacitado a los campesinos y a los operarios de dichas plantas y se ha mejorado la productividad por hectárea. Se estima que hay 270 productores con 300 hectáreas de caña de azúcar certificada como orgánica.

la panela de montero se envasa en la planta de norandino en la ciudad de piura. foto: norka peralta

Actualmente estos productores están asociados a la Cooperativa Agraria Norandino, que exporta la panela a Canadá, Francia, Italia y Nueva Zelanda. Recientemente han lanzado la marca Aypate para el mercado nacional.

Rodrigo Ávila tiene hoy 35 años y es técnico agropecuario. A diferencia de sus padres, pudo terminar la secundaria y seguir estudios superiores sin abandonar Montero. Trabaja en Norandino. Otros jóvenes han optado por realizar sus propios emprendimientos, como el diseñador gráfico Alejandro Baca, quien creó Panela Montero, su propia marca, que comercializa en Lima por su cuenta. De eso se trata el futuro. Se empezó a escribir en 1983.


Publicado el viernes 17 de octubre en el diario El Comercio.


Escrito por

Norka Peralta Liñán

Periodista (Lima, 1978). No es la diseñadora de Gisela Valcárcel. Vive en Piura. En su año sabático hace siesta cuando no puede dormir.


Publicado en

La siesta piurana

Notas al vuelo, artículos, videos y fotografías a modo de ensayo sobre la realidad piurana.